Muy buenas,
Tengo que escribir algo sobre el tema.
Por ahora, unos apuntes que acabo de tomar:
https://www.hiru.eus/es/cultura-vasca/euskal-makila
Euskal makila
La euskal makila se le denomina al bastón de los vascos. En un principio se utilizaba para la defensa y como arma de ataque. Era un recurso adecuado para la caza de animales o como defensa en momentos de riesgo. Hoy, todavía le dan esa utilidad. Con el paso de los años, el bastón también se convirtió en herramienta de trabajo. Sin embargo, también se da otros usos. Por una parte, es compañero de los caminantes, y por otro, se utiliza como herramienta para medir. Hoy se ha convertido en uno de los símbolos de los vascos.
https://dantzan.eus/hemeroteka/la-esgrima-para-pobres-vasca
La esgrima «para pobres» vasca
Makil borroka
-Hace una decena de años, el guipuzcoano Iñaki Ganboa recuperó las viejas técnicas de la «makil borroka». Relacionada con nuestra historia más arcaica, antaño esta modalidad de esgrima llegó a convertirse en un auténtico quebradero de cabeza social.
Hubo otros tiempos, no tan lejanos, en los que Euskal Herria no era aquella tierra que algunos describían como dulce y amable, abierta a miles de senderos en los que uno se dejaba llevar en busca de los pastos y la naturaleza. Ese mismo universo que evocan las pinturas de Ramiro Arrue (1892-1971), salpicado de notables partidos de pelota, alegres romerías, endiablados fandangos, conmovedores ángelus y las típicas tardes de feria. Una Arcadia en la que solo tenían sentido el plazagizon (hombre desenvuelto que no se achica ante el público), el auzolan o trabajo comunal, la boina calada y el traje de domingo. Más o menos un espacio tan falso como la reluciente makila o bastón tradicional vasco que cuelga en la pared de cualquiera de nuestros salones y que, seguro, vamos a mirar de otra manera en adelante.
Iñaki Ganboa Landa lo recuerda todavía, a pesar de que las imágenes se difuminan entre las brumas de sus recuerdos de infancia. Acompañaba a su tío a las praderas de Aralar para compartir un hamaiketako entre pastores en una de sus bordas. Con ayuda del vino, ya al final de la comida, el tono de la conversación fue subiendo gracias al intercambio de viejas rencillas y se encrespó de tal modo que no fue suficiente con llegar a las manos. «Uno de los pastores se armó con su makila y, agitándola a diestro y siniestro, puso a todos los demás a raya. Mi tío solo tuvo tiempo de cogerme para salir corriendo y evitar lo peor», relata.
Profesor de química en la Facultad de Donostia, Iñaki Ganboa se sumergió en el enigmático universo de la makil borroka (lucha con palos) por pura casualidad cuando, hace más de diez años, un amigo siciliano que vive en Bilbo le enseñó un artículo publicado en una revista de su tierra que trataba sobre las técnicas de combate con palos, una tradición arraigada en la isla de Sicilia y, decían, «heredada de los vascos».
Todo comenzó, al parecer, por el destino de la reina Blanca I de Navarra (1387-1441) quien, por haber casado con Martín el Joven, rey de Sicilia entre 1390 y 1409, se convirtió en reina consorte de Sicilia.
En el momento de la boda, en 1402, ella desembarcó en la isla con un pequeño ejército compuesto, entre otros, por soldados de makilkari o luchadores con palos. La larga estancia de estos soldados permitió a los sicilianos no solo iniciarse en la técnica de lucha sino además codificarla, una tarea que nunca se había realizado en Euskal Herria. «Después de un viaje a Sicilia pude recuperar las técnicas básicas y comprobar que aquel reportaje que había visto estaba muy bien fundamentado», advierte Iñaki Ganboa.
Intrigado, se sumergió en los archivos de Hego e Ipar Euskal Herria y continuó la búsqueda de testigos y testimonios por nuestro país. Cuál sería su sorpresa cuando descubrió un universo de tremenda violencia que, más allá de la tradición folclorizante de la makildantza, abría perspectivas historio-sociológicas tan apasionantes como desconcertantes.
Aunque las familias se resistían a recordar algunas peleas muy poco honorables –a veces, serias disputas, después de haber bebido abundantemente, y que terminaban con la muerte de un hombre–, los más viejos, los últimos testigos, no tenían pelos en la lengua. «Todo eran pretextos para batirse: una vuelta del mercado, una disputa de vecinos o de límites de terrenos, una apuesta no satisfecha, un animal que pasaba los límites, una venganza o simplemente un pequeño robo, pues durante mucho tiempo se puede decir que, hasta la Guerra Civil, los caminos no eran nada seguros», recuerda Ganboa. Una prolongada búsqueda en los archivos le ha permitido incluso trazar un mapa de la práctica de esta «esgrima de pobres». Se practicaba sobre todo en el interior, menos en la zona costera, pero principalmente fue en el norte de Euskal Herria donde el uso sin medida de la makila manejada con maestría se convirtió en un verdadero problema social.
Debemos a René Cuzacq (1901-1977), un landés profesor en el instituto de Baiona y brillante etnólogo, la publicación de dos artículos reveladores, impresos en los años 1950 y 1951 en el prestigioso “Bulletin pyrénéen” bajo el título “Makhila et agulhade”. Agulhade es, por cierto, el término gascón con el que se denomina al palo para conducir el ganado, el equivalente al akullu vasco. En estos textos, el autor no se detiene demasiado en el objeto decorativo, aunque lo considera una obra maestra de la artesanía vasca, y prefiere entrar directo en la cuestión del arma: «A la menor discusión, se baten enseguida al aire los palos herrados (con punta de hierro). Los vascos los esgrimen con un arte singular que dispone de reglas y maestros... En 1829, bajo una orden del subprefecto, el alcalde de Senpere tuvo que prohibir llevar palos herrados y navajas», escribe.
Y cita a Ader Bassussarry quien, en 1826, en su “Historia de Béarn y de los vascos”, hacía este apunte: «Apostadores de partidos de pelota: se oye el chasquido de contundentes palos de níspero; más de un cráneo se ha quebrado entre gritos terribles de ¡alma de diablo! Durante una época se prohibió su entrada en la villa de Baiona, porque era raro el día de mercado en el que no había algún cráneo machacado o varios miembros fracturados... Ayuntamiento de Milafranga en 1820: Después de una riña sangrienta que dejó un hombre agonizando, el marqués de Arrangoitze prohíbe llevar palos herrados».
En los años 50, el escritor zuberotarra Jean de Jauréguiberry (1880-1952) cuenta: «Las historias de Atxaïta eran, en realidad, batallas con makilas. Después de cada desgraciado enredo en que un joven había llevado la peor parte, se arrastraba a su habitación, bien entrada la noche, y, al pasar delante de la alcoba donde dormía su madre, susurraba el lamento de siempre: Ama, eho nizie! (¡Madre, me han matado!). De inmediato, su madre se levantaba, gruñía, reprendiendo suavemente a su hijo incorregible, y le vendaba las heridas con infusión de malvavisco, un remedio infalible». Citado en “Basabürian en Haute-Soule: récits” (Iru errege éditions).
Llamar a la lucha. «Goazen dantzatzera!» (¡Vamos a bailar!). Bastaba con ese cínico eufemismo para desafiar a un adversario, recuerda Iñaki Ganboa. ¿Una reminiscencia de nuestros célebres bailes con palos? Quizás, pero basta con verle bailar –perdón, combatir– para constatar cuánto de coreografía tiene la makil borroka. «Los desplazamientos son esenciales, tanto al avanzar sobre el adversario, aprovechándose del impulso, como al retroceder en defensa; no se trata de trotar sino de estabilizarse ofreciendo la mínima superficie de tu cuerpo y parando los golpes, que te pueden llegar a una velocidad impresionante».
El palo en Ipar Euskal Herria solía ser de níspero (mizpira) o de endrino (elorribeltz), mientras al otro lado de la frontera se prefería el de fresno (lizarra) o de avellano (urritza).
De una longitud media de un metro treinta y con un diámetro de unos tres centímetros, se sostiene con las dos manos mientras se baila un curioso y lento ballet, en el que los adversarios buscan primero mantener la distancia, efectuando amplios molinetes e intentando evitar a todo trance que el contrario cruce la propia defensa. A poco que el adversario se descubra y deje abierta una pequeña brecha, el ataque es fulminante, muy parecido al de una cobra.
Con un seco golpe de madera contra madera, Ganboa ha avanzado dos pasos veloces, desviando el arma de su adversario y, apoyándose, en un salto de felino, golpea –como en todas las artes marciales, aquí también se controla el golpe– la columna, el cráneo o, en el menos funesto de los casos, el hombro, la cadera o la rodilla. Los golpes con el extremo del palo en la cara o en el esternón son igualmente destructivos. «Generalmente no hay más que un ataque y es decisivo, como en un combate de espada. Los duelos largos y acrobáticos que vemos en las películas solo se justifican por la necesidad de la acción, pero no son reales», precisa.
No es necesario ser un portento para hacerse un practicante eficaz, y vemos que Ganboa no tiene una gran corpulencia atlética, pero sus movimientos, los retrocesos repentinos de todo su cuerpo, los giros de sus caderas multiplican su potencia en el instante decisivo del ataque. Es el movimiento de golpe, incluso en una defensa, el que está en la base de la makil borroka, ya que el palo no lleva protección como en una espada; no se puede permitir que el palo del contrario se deslice sobre el tuyo y te alcance las manos; por eso hay que desviarlo imperativamente. Los nudos de la madera son lo único que sirve para evitar este inconveniente. Manejar bien estas técnicas ha permitido no pocos enfrentamientos victoriosos contra sables y espadas, explica Iñaki Ganboa entre dos asaltos.
Un auténtico arte marcial. Desde hace una decena de años, Ganboa enseña con pasión la makil borroka en Hego Euskal Herria. Su escuela, basada en Oiartzun, se inspira en el espíritu del budō, la rama japonesa de artes marciales. «La makil borroka es un auténtico arte marcial en el que es primordial aprender a defender tu vida; por eso no se usa protección, ni casco, ni coraza, ni guantes; aprendemos a trabajar la distancia y a controlar nuestros golpes».
Él continúa puliendo su técnica y viaja a Sicilia para afianzarla. Cuando se le recuerda la punta herrada (ezten), cuenta que un conocido fabricante de makilas de Ipar Euskal Herria le explicó que era costumbre que, al retornar de una jornada de mercado, nuestros pastores adoptaran su propio sistema de vigilancia: sentados y apoyados contra un árbol, pero sosteniendo con energía la makila, con la punta clavada en tierra. Y en cuanto se producía una alerta...
Ganboa, a falta de testimonios escritos, no ha podido desarrollar como desearía la técnica de combate con palos cortos (30 cm), como la de la implacable hoz (igitaia), que se llevaban antaño en el gerriko (cinturón ancho de tejido o lana) y que propiciaban los duelos en espacios cerrados como tabernas o chabolas en el monte.
Sabemos ahora que los gitanos de Gipuzkoa fueron los últimos en practicar esta clase de esgrima con palos. ¿Cómo poner en duda entonces que la danza sea un componente esencial de nuestra cultura?
https://www.naiz.eus/es/hemeroteca/7k/editions/7k_2018-07-29-07-00/hemeroteca_articles/la-esgrima-para-pobres-vasca
https://nabarralde.eus/es/la-recuperacion-de-la-makil-borroka-los-makilkaris-vascos/
La recuperación de la makil borroka. Los makilkaris vascos
Jose Inazio Ganboa Landa - 10/08/2009
Traducción: Koro Garmendia Iartza
En Euskadi, la costumbre de utilizar la makila está ampliamente extendida, como bien podemos observar en las ferias y exposiciones de artesanía, donde se dan cita fabricantes de makilas de todo tipo.
Pero, a pesar de los numerosos estudios que se han realizado sobre esta figura, no por ello debemos pensar que todas sus funcionalidades han sido ya analizadas. Del aspecto que presenta la makila o bastón tradicional vasco, con la parte inferior emplomada y un disimulado aguijón en la empuñadura, bien se podría deducir que no es sólo un accesorio de paseo, sino que sirve incluso para luchar. Otro tanto se podría decir sobre el bastón de acebo lleno de puntas. Lo cierto es que nunca se ha profundizado lo suficiente en el papel de las makilas en la lucha.
Y es que, en ocasiones, lo que más nos cuesta ver es precisamente lo más evidente.
Las primeras pistas
Tampoco yo me había parado nunca a pensar en este uso de la makila, hasta que un buen día me encontré en la siguiente situación.
Resulta que conocimos a unos sicilianos con los que empezamos a charlar sobre las costumbres típicas de nuestros respectivos países. De repente, uno de ellos se acordó de las makilas. Comentó que en su tierra tenían una particular manera de luchar con bastones y que había algunos grupos que seguían practicando este tipo de combate. Nos preguntó si también en Euskadi lo seguían haciendo. Le respondí que no. Pero pensó que me equivocaba, ya que el origen de aquella modalidad marcial se encontraba, según decía, en Euskadi. Además, parece ser que fue precisamente un euskaldun quien se lo enseñó a los sicilianos.
Tratando de despejar aquellas dudas, empecé a indagar en el asunto. Vean lo que llegué a descubrir…
El estudio que realizamos en Euskadi
Decidí recurrir a dos fuentes: a los datos que podía encontrar en los libros y archivos antiguos, y a la información que los euskaldunes guardaban en su memoria.
La colección bibliográfica
En algunos archivos hay cantidad de páginas sobre procesos judiciales y litigios en torno a la makila, pero no es ése el objeto de nuestro estudio. A fin de cuentas, cualquiera puede coger un palo y propinar una paliza. Lo que a nosotros nos interesa averiguar es si en Euskadi existió alguna técnica codificada desarrollada específicamente para la makila.
La respuesta es afirmativa, como lo atestiguan, entre otros muchos datos, las crónicas que se narran en los libros «Corografía de Guipúzcoa», de Aita Larramendi, «Gipuzkoako dantzak», de Iztueta, o «El Basojaun de Etumeta», de Juan Benantzio Arakistain.
En las dos últimas obras se describen luchas que tuvieron lugar entre hombres armados con makilas y los que llevaban espadas. Los espadachines, además, solían ser siempre soldados profesionales. En uno de los combates, además, el contrincante era un maestro de esgrima. En los demás casos, los makilkaris luchaban contra dos o tres soldados, y siempre salían vencedores.
En mis investigaciones por el País Vasco continental, he dado con una colección bastante completa, obra de Rene Cuzacq, en cuyas exposiciones se puede ver con toda claridad que las luchas de makilas tenían lugar frecuentemente y en cualquier lugar. Explica, además, que esta práctica venía a ser una modalidad de esgrima, y que, al igual que sucedía en otras disciplinas, había maestros y escuelas propias para su aprendizaje.
La tradición oral
En primer lugar visité las zonas donde, según indicaban los escritos, podía encontrar alguna huella de las luchas con makilas. Para ello me adentré en el interior de Euskadi, sobre todo en el ámbito pastoril. En el litoral vasco no ha existido esta modalidad de lucha.
Encontré la mayoría de las pistas en los municipios de Azpeitia, Azkoitia, Errezil, Beizama, Amezketa, Zaldibia, Hernialde, Zizurkil y Markina-Xemein. Muy a mi pesar, en Navarra no hallé absolutamente nada.
En las citadas villas hay gente que todavía recuerda algunos casos, por lo que traté de recoger su testimonio.
De cuanto he podido averiguar, deduzco que a principios del siglo XX este tipo de lucha se practicaba por doquier, aunque vivió sus momentos de esplendor en los siglos XVIII y XIX. Los makilkaris participaron en numerosas guerras y contiendas, como por ejemplo en la primera guerra carlista y en el enfrentamiento de los 100.000 hijos de San Luis. Parece ser que incluso Napoleón disponía de un regimiento de makilkaris para las luchas de cuerpo a cuerpo.
También en el siglo XX hubo expertos makilkaris. Me consta que en la década de los 70 tuvieron lugar algunas luchas, y que incluso en los años 1940-1945 hubo hábiles luchadores.
En el País Vasco continental se empleaban makilas más cortas. Estuve conversando con Joanes Bergara, el conocido artesano fabricante de makilas de la familia Ainciart-Bergara, quien no sólo me habló sobre varios luchadores y me contó unas cuantas anécdotas, sino que me ofreció algunos interesantes datos sobre las técnicas que se empleaban.
Conclusiones
Las técnicas que hemos podido llegar a conocer se parecen bastante a las empleadas por los sicilianos. Son modalidades lo suficientemente desarrolladas como para poder enfrentarse a soldados provistos de espadas.
La mayoría de las técnicas son giratorias y permiten mantener el cuerpo a salvo. Por ejemplo, esta misma técnica:
La forma de sujetar la makila es muy peculiar, pero permite girar y manejarla fácil y cómodamente:
Los tipos de makila que se empleaban eran dos: una larga, de 1,3 m.-1,5 m., y otra más corta, de unos 90 cm., para cuyo empleo existen unas determinadas técnicas:
En este caso, los golpes se asestan del revés, bien utilizando siempre la misma mano, bien turnándose entre ambas.
Por otro lado, y como venía siendo habitual en cualquier modalidad de combate, solía haber profesores y escuelas destinados a enseñar estas técnicas codificadas, quizás con menos formalidades que en la actualidad.
A partir de estos datos, y aprovechando las técnicas que los sicilianos emplean, sería perfectamente posible recuperar este tesoro marcial que surgió en nuestras tierras, siempre y cuando lo queramos…
Palos, bastones y makilas: EL ARMA
Antxón Aguirre Sorondo
EL ARMA
Como quedó dicho, palos, ramas y piedras fueron las primeras herramientas que conocieron nuestros antecesores primates para defenderse, cazar o atrapar las frutas de los árboles. Su multifuncionalidad a nadie escapa.
A partir de las Notas para un Curso de Antropología del profesor Francisco de las Barras de Aragón, podemos establecer una clasificación de las armas de primera generación, es decir las más simples, con resultados interesantes para el tema que tratamos. Por ejemplo, las armas de mano se dividen en armas de esgrima -con punta (lanza), filo (hacha) o con ambas (espada)-, y de contundencia (maza). El segundo grupo lo componen las armas arrojadizas, que según la forma de propulsión subdividiremos en de impulsión muscular directa (lanza) o con propulsor (honda), por propulsión de aire (cerbatanas) o por sólido elástico (arco o tirachinas). Finalmente, entre las armas de defensa se cuenta el bastón, el escudo y la coraza.
Como se ve por esta clasificación, el simple palo puede incluirse entre las armas de esgrima, de contundencia, arrojadizas, de impulsión y hasta de propulsión, amén de elemento de defensa. Más no se puede pedir.
En una reciente exposición organizada en el Museo de Arqueología de Alava sobre enfermedades de la prehistoria alavesa, se exhibió una colección de cúbitos afectados por fracturas de la diáfisis encontrados en varios yacimientos: tres piezas en San Juan Ante Portam Latinam, dos en el dolmen del Alto de la Huesera, uno en el dolmen de Los Llanos y en La Mina, y un caso más en la cueva sepulcral de Peña del Castillo-2. Todas las fracturas se recuperaron de forma admirable, hasta el punto que sería casi imposible percibir la existencia de una antigua lesión de no ser por el análisis radigráfico. Pero lo que más nos interesa aquí es lo que dice en el programa explicativo el excelente paleopatólogo Francisco Etxeberria Gabilondo, respecto al origen de las fracturas: «El cúbito se fracturó de forma transversal como consecuencia de un traumatismo directo, tal y como se produce cuando se recibe el golpe en la parte central del antebrazo al proteger el rostro ante el agresor. Este mecanismo de producción de las fracturas del antebrazo es frecuente en las disputas que se producen en los pueblos primitivos actuales que emplean palos como única arma de defensa y ataque».
Con la evolución, aquellos hombres convirtieron las piedras en lascas afiladas, y de la unión de palos y lascas surgieron las primeras hachas. Con el descubrimiento de los metales se sustituyeron las piedras por puntas de metal, naciendo así la famosa azcona o azkon vasca -por ejemplo-, cuya utilización ha llegado casi hasta nuestro siglo. En todo caso, lo que nos interesa subrayar es que el uso del palo como arma de defensa y ataque se remonta al mismo origen de la especie.
Un proverbio bíblico (XIII, 24) sentencia que «El que ahorra bastón no ama a su hijo», que acaso constituye la primera muestra de la concepción pedagógica del palo, tan antigua como actual (muy recientemente en Inglaterra se ha derogado el castigo corporal en las escuelas, con el consiguiente arrinconamiento de la extensa galería de palos al servicio de tan edificante objetivo). Con idéntico trasfondo, los ilotas espartanos -hace dos milenios y medio- recibían una ración de varazos diarios para recordarles su condición de esclavos.
En el Antiguo Testamento Dios promete castigar al rey con una «vara de hombre» (Libro II. Reyes, VII, 14), y en el Nuevo Jesucristo anuncia a los Apóstoles que serían castigados en las sinagogas a varazos. Pablo y Silas comprobaron en sus carnes la exactitud de la prédica, el primero de ellos por tres veces, a pesar de que la Ley Porcia del siglo 195 a. JC. prohibió que los ciudadanos de Roma fueran denigrados con la pena de varas o jus virgatum (sólo una vez el fundador de la Iglesia fue eximido). Más tarde los cristianos, romanos o no, padecieron esta penalidad por contumacia.
Ya anticipamos que los lictores romanos acompañaban a los magistrados con símbolos de justicia llamados fasces; pero cuando procedían a una condena a muerte, en su lugar portaban varas y hachas, instrumentos de suplicio capital: con las primeras flagelaban al reo antes de darle muerte con las segundas.
Para que no quede duda de lo consuetudinario de varas, férulas y látigos en la vida de la Roma clásica, añadamos que todos ellos eran parte del mobiliario escolar y doméstico para el apaleo de estudiantes y esclavos respectivamente.
Sólo tras la caída del Ancienne Régime, la Francia revolucionaria de 1789 eliminó la pena de varas.
Nuestros archivos están repletos de querellas por agresiones a golpe de palo, como esta de Noáin (N) datada de 1653: «Miguel de Irurzun, vecino de Noáin, contra D. Juan de Lecumberri, vicario del mismo lugar. Estando peleándose el demandante con Juanes de Lar, vicario, en vez de poner paz, le dio de palos y golpes. D. Juan declara que fue y a poner paz y como Irurzun le faltó al respeto, le dio dos zurriagazos».
Debo al investigador Koldo Lizarralde el hallazgo de un documento revelador de la común utilidad otrora de palos y chuzos (palo con una punta metálica en su extremo): se trata de las Ordenanzas de la villa de Elgoibar (G) establecidas en 1751 -cuyo original está depositado en el Archivo de Protocolos de Oñate-, en donde se indica expresamente que en caso de que la población sufriera un ataque de asaltantes, se haría sonar la campana y todos los varones útiles de la villa -es decir, los comprendidos entre los 18 y los 60 años- acudirían armados con fusiles, quienes tuvieran, y «los restantes con chuzos». Palmario es que quien más y quien menos poseía su propio chuzo como arma básica de defensa.
Aunque parezca evidente el uso de estos instrumentos por nuestros antepasados cercanos, tenemos otros datos que no nos resistimos a pasar por alto.
Ya citamos más arriba al antiguo Fuero de Navarra, para cuya redacción se utilizó el de Tudela de 1117, y para éste a su vez el de Sobrarbe. Pues bien, como apuntó el gran historiador navarro José Yanguas y Miranda, antes de su tardía impresión -año 1686- se procedió a adecuar el texto al tiempo y a las costumbres de la época, eliminándose al efecto una serie de puntos, y entre ellos el siguiente (que corresponde al libro 5, título 3, capítulo 8):
«Como debe ser fecha batailla de escudo et de bastón, et donde debe ser el consemble; et como et quales miembros debe ser mididos. Batailla de escudo et bastón, si ha á facer algún labrador del rey, los de Artajona son tenidos de dar el bataillio, et, trobando el comsemble, deben ambos los comsembles, ser cercenados, et á la nuit deven vellar en la glesia con lures escudos fechos de sieto de iguales, et los bastones. Otro sí, et al otro día débenlos sacar al campo por combater et deben los fieles parar lures señales et lures moyones; el que pasáre daqueillas seinales que sea vencido. Et los fieles, con el seinor, deben vedar que ninguna de las partidas non lis diga res á los combatidores; et si en todo aqueill día non se podieren vencer, de sol á sol, debe el un fiel prender al uno, et el otro fiel al otro; et al otro día débenlos tornar en aquell logar cada uno do seya, con aquellas armas que cada uno tenía en aqueill logar, así como los prisieron; et cuando al medir el reptado debe ser esnuo en bragas, et los otros eso mesmo que se deben medir con eill, et debe tenir los pies en una tabla plana, et débenlo mesurar los fieles, con correya de vaca estrecha, en las espaldas con los pechos á vuelta, el pescuezo cabo de la cabeza, et los musclos de los brazos, et en las munecas cabo las manos, en las ancas, en los musclos de las piernas, en las garras sobre los tobeillos; et débenlo mesurar dalteza; et después deben venir los otros peones et uno deillos aséntese sobre aquella misma tabla, sobíendo delant el qui es reptado; et deben mesurar como dicho es; et qui mejor iguala con eill, dalto et en ancho, bataille con él, como dicho es».
En resumen: dado un pleito entre labradores, si la justicia no podía probar de qué lado estaba la verdad se entablaba una «batalla de bastones», desarrollo del principio medieval de la ordalía o Juicio de Dios, que consideraba que el Altísimo no permitiría la derrota del justo. Cada pleiteador ponía un luchador para enfrentarse en los campos de Artajona, con bastones y escudos exactamente iguales, los segundos confeccionados con ramas. Antes, se medía a los luchadores para asegurarse que eran -utilizando el lenguaje boxístico actual- del mismo peso. Si el retado no presentaba contendiente en el plazo de 30 días se le daba como perdedor, y era además multado (67 sueldos y 6 dineros). Los combatientes velaban toda la noche con sus escudos y palos en la iglesia, rogando por su victoria. Al día siguiente los justicias y testigos los acompañaban al campo, correctamente amojonado para la ocasión. Iniciada la batalla nadie podía hablar a los luchadores y si durante todo el día ninguno de ellos noqueaba al contrario, a la puesta del sol se paraba hasta la mañana siguiente.
En caso de muerte de uno de los contrincantes, se condenaba al superviviente a pagar una cantidad en concepto de «homicidio».
Todavía encontramos restos de uno de estos desafíos en Irún (G) el año 1632: el día de San Pedro el presbítero D. Bartolomé de Ibaeta salió a danzar con unas mozas y osó tomar la mano a una de ellas, lo que ocasionó las iras de un tal Jacobe de Aliazaga. Se desafiaron a muerte en la plaza, «armados con daga y palo».
El lector se preguntará si existirían, como parece lógico a primera vista, especialistas e incluso profesionales en la lucha con palo. Y, en efecto, así era: el luchador debía combinar fuerza, habilidad y técnica para asegurar a sus clientes el éxito de su empresa, pese a que en teoría la causa previa recibiría la sanción divina.
En apoyo de esta hipótesis viene el testimonio del Padre Larramendi, quien hacia 1754 escribió en su Corografía de Gipuzkoa:
«Especialmente se ha olvidado la esgrima, en que se aprendía a jugar al palo como la espada, para dar y recibir los golpes, herir y defenderse, así como de agarrarlo para evitar el golpe y descargarle al mismo tiempo sobre el enemigo».
La manipulación durante generaciones de palos, makilas y chuzos como armas defensivas u ofensivas dio lugar a unas técnicas precisas trasmitidas de padres a hijos. Suponemos que los más avezados, los maestros, dado el provecho que sus servicios prestaban, recibirían el reconocimiento público. Pero sobre este particular volveremos más adelante.
Original:
http://www.euskonews.eus/0281zbk/gaia28101eu.html
Makil borroka berreskuratzen. Euskal makilkariakEscuchar artículo - Artikulua entzun
Jose Inazio GANBOA LANDA
Euskal Herri osoan makila erabiltzeko ohitura handia dago. Egile asko eta mota askotako makilak nonahi antolatutako eskulangintza azoka edo erakusketetan ikus ditzakegu.
Baina nahiz eta gai honen inguruan azterketa asko egin izan diren, erabilpen guztiak ez dira hain sakon ikertu. Hartu eredutzat euskal makila izendatzen dena, itxura ikusi eta besterik gabe borrokarako makila bat dela esan daiteke, beheko muturra berunez beteta eta kiderrean ezkutuko ezten bat duela, argi dago horren helburua ez dela gelditzen paseatzeko tresna hutsean. Koskorrez betetako gorosti makilak ikusita ere gauza bera esan daiteke. Hala ere, makilak borrokarako aplikazio horretan ez dira sakon aztertu izan1.
Batzuetan begien aurrean dugun hori izaten baita ikusteko zailenetakoa.
Lehendabiziko aztarnak
Neu ere ez nintzen sekula makilaren erabilpen horretaz jabetu kanpotik, askotan bezala, hariaren muturra eman zidaten arte.
Siziliar batzuk ezagutu ondoren eta herri maiteak zirelarik, bakoitzaren jaioterriko ohiturez hitz egiten ari ginela, bat batean, makilaren gaia bota zuten mahai gainera. Ba zegoela beren lurraldean makilarekin borrokan egiteko modu bat eta gaur egun ere talde batzuek gordetzen zutela erabilpen hori, ia gure lurraldean ez zen hori bera gertatzen. Ezezko erantzuna bota nien, baina haiek, harrituta, nahi eta nahi ez egon behar zuela erantzun zidaten, beren borroka mota horren jatorria gure herritik zetorrela eta Euskaldun batek irakatsi ziela beraiei honela borrokatzen.
Guzti hau baieztatu nahian hasi ginen hari honen korapiloari tiraka, eta hona hemen atera zitzaidana...
Gure Herrian egindako azterketa
Bertan egindako lana bi eremutara zuzendu nuen, bata liburu eta artxibategi zaharretan aurki daitezkeen datuetara, bestea, berriz, bertako biztanleen oroitzapenetan gorde litezkeen informazioetara.
Bilduma bibliografikoa
Zenbait artxibategitan makila eta honen inguruan sortutako epai eta gatazkei buruzko orri asko aurki ditzakegu2. Baina hauek guztiak ez datoz bat geure ikerketaren helburuarekin, edozeinek har dezake makila bat eta beste norbait egurtzeko erabili. Ez da hori guk nahi duguna, gure helburua ia makila erabiltzeko, Euskal Herrian, teknika garatu bat zegoen ala ez jakitea da, hau da, makila erabiltzeko teknika kodetu bat sortu izan dugun ala ez.
Erantzuna baiezkoa da eta horren lekukotzat, beste datu askoren artean, liburu hauetan agertzen zaizkigun pasadizoak har litezke: Aita Larramendik idatzitako “Corografía de Guipúzcoa”3, Iztuetaren “Gipuzkoako dantzak”4 edota Juan Benantzio Arakistainen “El Basojaun de Etumeta”5.
Azken bi liburuetako pasadizoetan, makiladun eta ezpata erabiltzen dutenen arteko borrokak aipatzen dira. Gainera ezpatak zituztenak gudari profesionalak ziren kasu guztietan eta borroka horietako baten aurkaria esgrima maisua zela aipatzen da. Beste kasuetan berriz bi edo hiru gudariren kontra borrokatzen ziren makilkariak eta kasu guztietan garaile atera ziren.
Iparraldean ere begiratu izan dut eta han Rene Cuzacq-ek egin du gai honi buruzko bilduma nahiko orokorra6. Makilaren erabilpenari buruzko zenbait pasadizo agertzen dira eta borrokak nonahi eta noiznahi gertatzen zirela agertzen zaigu. Baita ere makilaren erabilpena esgrima mota bat zela adierazten digu eta besteen antzera beren maisuak eta erakusteko lekuak zituztela ere agertzen zaigu.
Ahozko tradizioa
Aurrez, idazkietan, makilkari ugari agertzen diren lekuetara jo nuen, ia oraindik arrastorik gelditzen zen ikustera. Borroka ohitura hau Euskadiko barnealdean hedatu zen eta kostaldeko herrietan ez da agertu ere egiten. Berez artzain munduan murgilduta azaltzen zaigu.
Honela borrokari gehienak inguru hauetan azaltzen zaizkigu: Azpeitia, Azkoitia, Errezil, Beizama eta Amezketa, Zaldibia, Hernialde, Zizurkil edo Markina-Xemeinen. Tamalez Nafarroan ez dut arrastorik aurkitu.
Aipatutako leku horietan jendeak oraindik zenbait pasadizo oroimenean gordetzen ditu eta haien testigantzak jasotzen saiatu naiz.
Pasadizo horietatik zera esan liteke, XX. mende hasieran oraindik bizi bizirik zegoela borroka mota hau. XVIII eta XIX. mendeetan bizi izan zuen momenturik oparoena eta hor izandako gerra eta gatazka askotan parte hartu zuten makilkariek, adibidez karlisten lehendabiziko gudan ala San Luisen 100.000 semeen guda garaian. Napoleonek ere makilkari erregimentu bat omen zuen aurrez aurreko borroka hasten zenean parte hartzeko.
Dena dela XX. mendea aurrera zihoala ere baziren borroka honetan adituak, 70. hamarkadan oraindik izan ziren borroka batzuek eta 1940-1945 urte inguruan aurki genitzakeen oraindik makilkari trebeak.
Iparraldean, berriz, makila motza erabiltzeko ohitura nabarmenagoa zegoen. Ainciart-Bergara familiako makilagile ospetsu den Joanes Bergararekin hitz egin nuen eta borrokalari batzuen izen eta pasadizoak kontatu ondoren borroka teknikei buruzko datu batzuk ere eman zizkidan.
Ondorioak
Erabiltzen ziren teknika batzuk jasotzeko parada izan dugu, eta Siziliarrek gordetzen dituztenarekin bat datoz. Bestalde ezpata duten gudariei aurre egiteko adina garapen tekniko zuen makilaren erabilpen mota horrek.
Teknika gehienak birakariak dira eta gorputz guztia babesteko erabiltzen dira, adibide bezala teknika hau jartzen dugu:
Heltzeko modua ere bitxi xamarra da, baina biratzeko erraztasun handia ematen digu:
Bestalde, bi makila mota erabiltzen ziren bata luzea, 1, 3m. -1,5m. , eta bestea motzagoa, 90cm. inguru. Azken hau erabiltzeko teknika bereziak ere badira:
Hemen kolpeak errebesez emango lirateke eta esku bera erabil liteke edo eskuz esku aldatzen joan.
Bestalde eta beste borroka moduetan gertatzen den bezala, ikasteko lekuak eta irakasleak bazeuden, ez agian gaur egun bezain modu formalean baina bai kodetutako teknika horiek erakusteko moduan.
Datu hauekin eta Siziliarrek gordetzen duten gai teknikoa erabiliz, gure herrian sortutako altxor martzial hau berreskuratzeko moduan gaude, nahi izanez gero behintzat...
* Marrazkiak: Enrike Santxorenak dira, lan honetarako propio egindakoak.
1 Hurbilketa batzuk egon dira, adibidez: Aguirre Sorondo, A. “Palos, bastones y makilas” Cuadernos de etnología y etnografía de Navarra 1992, 60, 203-235 edo publikazio honetan bertan http://www.euskonews.com/0148zbk/gaia14806es.html
2 Protokolo artxibategia, XVII. mendeko auziak.
3 Larramendi, Manuel de, S.J. “Corografia o descripción general de la muy noble y muy leal Provincia de Guipuzcoa” Arduraduna: J.I. Tellechea Idigoras, Sociedad Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones, San Sebastián, 1969, 234. orri.
4 J.I. Iztueta “Guipuzcoaco dantza gogoangarrien condaira edo historia, beren soñu zar eta itz neurtu edo versoaquin” Donostia 1824, 181 orri. Gauza bera beste liburu honetan ere aurkitu genezake:”Gipuzkoako dantzak eta pillotari, makilkari eta palankarien jostaketa gaineko itz bi” Biblioteca de autores vascongados. 3. Tomoa, Donostia, 1896.
5 Hemen erabilitako bertsioa 1999an Azpeitiko Udalak berrargitaratua da. Bereziki eskerrak eman nahi nizkioke liburu hau euskaratu zuen Enrike Zurutuzari, datu hauek berak jarri baitzizkidan agerian. Jatorrizko bertsioaren datuak hauek dira: J.V. Araquistain “El Basojaun de Etumeta”. Imprenta de Francisco Muguerza. Tolosa, 1882.
6 R. Cuzacq “Makhila et Agulhade”, Marrimponey Jeune, Pau, 1950
La recuperación de la makil borroka. Los makilkaris vascos
GANBOA LANDA, Jose Inazio
GARMENDIA IARTZA, Koro
En Euskadi, la costumbre de utilizar la makila está ampliamente extendida, como bien podemos observar en las ferias y exposiciones de artesanía, donde se dan cita fabricantes de makilas de todo tipo.
Pero, a pesar de los numerosos estudios que se han realizado sobre esta figura, no por ello debemos pensar que todas sus funcionalidades han sido ya analizadas. Del aspecto que presenta la makila o bastón tradicional vasco, con la parte inferior emplomada y un disimulado aguijón en la empuñadura, bien se podría deducir que no es sólo un accesorio de paseo, sino que sirve incluso para luchar. Otro tanto se podría decir sobre el bastón de acebo lleno de puntas. Lo cierto es que nunca se ha profundizado lo suficiente en el papel de las makilas en la lucha1.
Y es que, en ocasiones, lo que más nos cuesta ver es precisamente lo más evidente. Las primeras pistas
Tampoco yo me había parado nunca a pensar en este uso de la makila, hasta que un buen día me encontré en la siguiente situación.
Resulta que conocimos a unos sicilianos con los que empezamos a charlar sobre las costumbres típicas de nuestros respectivos países. De repente, uno de ellos se acordó de las makilas. Comentó que en su tierra tenían una particular manera de luchar con bastones y que había algunos grupos que seguían practicando este tipo de combate. Nos preguntó si también en Euskadi lo seguían haciendo. Le respondí que no. Pero pensó que me equivocaba, ya que el origen de aquella modalidad marcial se encontraba, según decía, en Euskadi. Además, parece ser que fue precisamente un euskaldun quien se lo enseñó a los sicilianos.
Tratando de despejar aquellas dudas, empecé a indagar en el asunto. Vean lo que llegué a descubrir... El estudio que realizamos en Euskadi
Decidí recurrir a dos fuentes: a los datos que podía encontrar en los libros y archivos antiguos, y a la información que los euskaldunes guardaban en su memoria. La colección bibliográfica
En algunos archivos hay cantidad de páginas sobre procesos judiciales y litigios en torno a la makila2, pero no es ése el objeto de nuestro estudio. A fin de cuentas, cualquiera puede coger un palo y propinar una paliza. Lo que a nosotros nos interesa averiguar es si en Euskadi existió alguna técnica codificada desarrollada específicamente para la makila.
La respuesta es afirmativa, como lo atestiguan, entre otros muchos datos, las crónicas que se narran en los libros “Corografía de Guipúzcoa”3, de Aita Larramendi, “Gipuzkoako dantzak”4, de Iztueta, o “El Basojaun de Etumeta”5, de Juan Benantzio Arakistain.
En las dos últimas obras se describen luchas que tuvieron lugar entre hombres armados con makilas y los que llevaban espadas. Los espadachines, además, solían ser siempre soldados profesionales. En uno de los combates, además, el contrincante era un maestro de esgrima. En los demás casos, los makilkaris luchaban contra dos o tres soldados, y siempre salían vencedores.
En mis investigaciones por el País Vasco continental, he dado con una colección bastante completa, obra de Rene Cuzacq6, en cuyas exposiciones se puede ver con toda claridad que las luchas de makilas tenían lugar frecuentemente y en cualquier lugar. Explica, además, que esta práctica venía a ser una modalidad de esgrima, y que, al igual que sucedía en otras disciplinas, había maestros y escuelas propias para su aprendizaje. La tradición oral
En primer lugar visité las zonas donde, según indicaban los escritos, podía encontrar alguna huella de las luchas con makilas. Para ello me adentré en el interior de Euskadi, sobre todo en el ámbito pastoril. En el litoral vasco no ha existido esta modalidad de lucha.
Encontré la mayoría de las pistas en los municipios de Azpeitia, Azkoitia, Errezil, Beizama, Amezketa, Zaldibia, Hernialde, Zizurkil y Markina-Xemein. Muy a mi pesar, en Navarra no hallé absolutamente nada.
En las citadas villas hay gente que todavía recuerda algunos casos, por lo que traté de recoger su testimonio.
De cuanto he podido averiguar, deduzco que a principios del siglo XX este tipo de lucha se practicaba por doquier, aunque vivió sus momentos de esplendor en los siglos XVIII y XIX. Los makilkaris participaron en numerosas guerras y contiendas, como por ejemplo en la primera guerra carlista y en el enfrentamiento de los 100.000 hijos de San Luis. Parece ser que incluso Napoleón disponía de un regimiento de makilkaris para las luchas de cuerpo a cuerpo.
También en el siglo XX hubo expertos makilkaris. Me consta que en la década de los 70 tuvieron lugar algunas luchas, y que incluso en los años 1940-1945 hubo hábiles luchadores.
En el País Vasco continental se empleaban makilas más cortas. Estuve conversando con Joanes Bergara, el conocido artesano fabricante de makilas de la familia Ainciart-Bergara, quien no sólo me habló sobre varios luchadores y me contó unas cuantas anécdotas, sino que me ofreció algunos interesantes datos sobre las técnicas que se empleaban. Conclusiones
Las técnicas que hemos podido llegar a conocer se parecen bastante a las empleadas por los sicilianos. Son modalidades lo suficientemente desarrolladas como para poder enfrentarse a soldados provistos de espadas.
La mayoría de las técnicas son giratorias y permiten mantener el cuerpo a salvo. Por ejemplo, esta misma técnica:
La forma de sujetar la makila es muy peculiar, pero permite girar y manejarla fácil y cómodamente:
Los tipos de makila que se empleaban eran dos: una larga, de 1,3 m.-1,5 m., y otra más corta, de unos 90 cm., para cuyo empleo existen unas determinadas técnicas:
En este caso, los golpes se asestan del revés, bien utilizando siempre la misma mano, bien turnándose entre ambas.
Por otro lado, y como venía siendo habitual en cualquier modalidad de combate, solía haber profesores y escuelas destinados a enseñar estas técnicas codificadas, quizás con menos formalidades que en la actualidad. A partir de estos datos, y aprovechando las técnicas que los sicilianos emplean, sería perfectamente posible recuperar este tesoro marcial que surgió en nuestras tierras, siempre y cuando lo queramos... * Las ilustraciones son obra de Enrike Santxo y han sido expresamente realizadas para este artículo. 1 Hay alguna que otra obra aproximativa, como por ejemplo: Aguirre Sorondo, A. “Palos, bastones y makilas”, Cuadernos de etnología y etnografía de Navarra 1992, 60, 203-235, o incluso en esta misa publicación, http://www.euskonews.com/0148zbk/gaia14806es.html 2 Archivo protocolario, litigios del siglo XVII. 3 Larramendi, Manuel de, S.J. “Corografia o descripción general de la muy noble y muy leal Provincia de Guipuzcoa”, Responsable: J.I. Tellechea Idigoras, Sociedad Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones, San Sebastián, 1969, pág. 234. 4 J.I. Iztueta “Guipuzcoaco dantza gogoangarrien condaira edo historia, beren soñu zar eta itz neurtu edo versoaquin” San Sebastián, 1824, 181 pág. Podemos hallar esta misma información en el libro ”Gipuzkoako dantzak eta pillotari, makilkari eta palankarien jostaketa gaineko itz bi” Biblioteca de autores vascongados. Tomo nº 3, San Sebastián, 1896. 5 La versión aquí empleada fue reeditada por el Consistorio de Azpeitia en 1999. Quisiera mostrar mi más sincero agradecimiento a Enrike Zurutuza, traductor de esta obra al euskera, por haberme facilitado todos estos datos. La obra original es la siguiente: J.V. Araquistain “El Basojaun de Etumeta”. Imprenta de Francisco Muguerza. Tolosa, 1882. 6 R. Cuzacq “Makhila et Agulhade”, Marrimponey Jeune, Pau, 1950
https://www.facebook.com/109478174191998/posts/111991393940676/
Basque Traditional Warriors
31 de julio
La euskal makila borroka es un arte de lucha cuyos orígenes se pierden en el tiempo.
El/La makilkari era un luchador de palo que solía ser nómada, generalmente era un pastor/guerrero.
La makila es la forma más primitiva de lucha después del cuerpo a cuerpo,es decir ,es la forma más antigua de lucha con armas.
El luchador de palo,un makilkari,era y es un guerrero pero con varias diferencias; una de sus diferencias consiste en no ser exclusivamente guerreros.El luchador de palo del Pueblo Vasco hacia una vida dedicándose principalmente al pastoreo,solía ser nómada y luchaba con palo solo si creía que era necesario.No era guerrero exclusivamente porque el vasco no es un pueblo violento, nunca a buscado conquistar a otros.Solamente a estado dispuesto a defenderse si se sentía obligado,por eso siguió con su arte de lucha ,simple pero potente.
En otros sitios o pueblos el guerrero evolucionó o involuciono exclusivamente para la guerra,eso le hizo buscar cada vez armas más mortales o exclusivas para la guerra,pasando al metal y al acero fabricando así espadas y otros tipos de armas.Estos guerreros se fueron militarizando y a consecuencia de eso perdieron su identidad propia y sus valores.De ser un guerrero de libre albedrío, pasaron a serlo a servicio de interés de alguien o de algo.Es decir, ellos ya no toman sus decisiones propias,ni deciden.
Aparte de eso,reciben un salario o compensación porque solo se dedican a guerrear,viéndose obligados a justificar ese salario o recompensa.
Se pasa del concepto de guerrero tribal que lucha por el bien de la comunidad y sus valores propios con poder de decisión en todo momento.El decide si se une a otros para luchar juntos.
Esto es muy importante porque es la identidad del makilkari,un guerrero que hace su vida,por ejemplo la vida del pastoreo y que sabe luchar y esta dispuesto a luchar,no depende de nada ni nadie para vivir y en todo momento decide él o ella si luchar o no.Si se juntan por un asunto de comunidad decide cada makilkari que hacer.
El resto de guerreros comenzaron un cambio hacia armas y técnicas más violentas exclusivas, así en muchos casos volviéndose un arte simple en algo complejo y complicado.
Esto produjo un cambio y la diferencia más impactante al pasar de guerrero a soldado.
El soldado es alguien sin voluntad propia,ni capacidad de decisión.Otra figura que apareció fue la del mercenario que conoce el lenguaje y vocabulario de la lucha y lo hace con quien más pague o mejores ganancias ofrezca.El acero trajo soldados,mercenarios...que por las características del arma solo buscan matar,como por ejemplo la espada.
Pero al contrario,el luchador de palo vasco siguió con su arte simple de lucha y su visión de la vida: libre, nómada y en contacto con la naturaleza.
https://www.slideshare.net/FvaJuandeGaray/makil-borroka
http://www.euskonews.eus/zbk/281/la-recuperaci-oacuten-de-la-makil-borroka-los-makilkaris-vascos/ar-0281001001C/
https://www.ehu.eus/es/grado-quimica-gipuzkoa/profesorado?p_redirect=fichaPDI&p_idp=3648
A ver si saco un rato.
Actualización a 20/10/2020: A ver...
Actualización a 08/03/2022: Vaya!
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