Muy buenas,
Vaya! Algo había oído pero parece que se acaba de estrenar en HBOMax:
https://www.hbo.com/we-own-this-city
We Own This City
Executive produced by George Pelecanos (The Deuce) and David Simon (The Wire) -- and based on the book by Baltimore Sun reporter Justin Fenton -- We Own This City is a six-hour, limited series chronicling the rise and fall of the Baltimore Police Department's Gun Trace Task Force. It examines the corruption and moral collapse that befell an American city in which the policies of drug prohibition and mass arrest were championed at the expense of actual police work.
The cast includes Jon Bernthal (The Walking Dead, Show Me a Hero), Josh Charles (The Good Wife, In Treatment), Wunmi Mosaku (Lovecraft Country), and Jamie Hector (BOSCH, The Wire), among many others. See the full cast here.
Pelecanos and Simon also serve as writers, along with director and executive producer Reinaldo Marcus Green. They are joined by longtime collaborators Nina K. Noble as executive producer, and Ed Burns as writer/executive producer. HBO alum Kary Antholis also serves as executive producer; Bill Zorzi as writer/co-executive producer, and D. Watkins as writer.
https://www.filmaffinity.com/es/film791111.html
6 episodios. Baltimore, 2015. La muerte en circunstancias sospechosas de Freddie Gray, un joven negro bajo custodia policial, ha provocado una ola de disturbios. La ciudad alcanza un nuevo récord de asesinatos. Bajo presión por la oficina del alcalde y por una investigación federal sobre la muerte de Gray, la policía de Baltimore recurre al Sargento Wayne Jenkins y a su unidad de élite de agentes de paisano, para librar las calles de armas y drogas. Sin embargo, una conspiración criminal sin precedentes se desarrolla en el departamento de policía, mientras Jenkins decide explotar la crisis.
A ver.
Edit: Vaya!
https://elpais.com/television/2022-04-28/david-simon-en-el-lugar-del-exito-y-el-crimen.html
David Simon en el escenario del éxito y el crimen
-El creador estadounidense vuelve a las calles de Baltimore con ‘La ciudad es nuestra’, una serie que le da la razón: ‘The Wire’ no ayudó a cambiar las cosas. Las cosas, de hecho, están peor
MANUEL JABOIS
28 ABR 2022 - 05:30 CEST
Como los lugares míticos de ficción, un Yoknapatawpha o un Macondo, Desembarco del Rey o Springfield, Baltimore se ha terminado consolidando en el imaginario de la gente como uno de esos lugares ligados siempre a una gran historia y, por encima de ella, un gran asunto: la corrupción. Con una diferencia sustancial: Baltimore es de verdad, los policías y narcos y sindicalistas y profesores y políticos que conocemos de Baltimore están inspirados en personas reales, al igual que las tramas, e incluso en ese universo de Baltimore, el periódico The Baltimore Sun y sus leyendas, David Simon o Justin Fenton ―el autor de La ciudad es nuestra, el libro de no ficción en el que Simon basa la serie del mismo nombre que acaba de estrenar HBO Max―, se terminan confundiendo con sus personajes. Todo forma parte de un mismo mundo que Simon ha hecho suyo desde The Wire, la obra magna de las series, y en La ciudad es nuestra hay una inesperada vuelta de tuerca más: Baltimore está peor, la policía aún es más corrupta, y todo ello sigue siendo de verdad; todo ello pasó.
El 12 de abril de 2015, Freddie Gray, un joven negro de 25 años, fue detenido por la policía de Baltimore por posesión de un cuchillo. Mientras era transportado en una furgoneta policial sufrió lesiones irreversibles en la médula espinal —le rompieron el cuello— que le provocaron la muerte una semana después. Seis policías fueron detenidos y acusados de la muerte de Gray. Un año después, tras ser absueltos uno a uno los tres primeros, a los tres últimos que permanecían imputados, la Fiscalía les retiró los cargos. Nadie fue condenado por la muerte de Gray, un caso que provocó disturbios violentos en Baltimore anticipando los que causó el asesinato de George Floyd en Minneapolis en 2020.
Dos años después funciona en Baltimore una unidad de rastreo de armas que tiene el estatus de una división de élite encargada de pacificar las calles de una ciudad en la que se suceden los asesinatos y las guerras entre bandas. En la investigación en la que se basa la serie, el periodista Justin Fenton revela que ese grupo, que presumía de cifras espectaculares de incautaciones y detenciones, actuaba como el peor grupo criminal de todos: asaltos, sobornos y venta de drogas. Y con eso, armando un puzle delicado repleto de héroes y antihéroes que son presentados en el primer capítulo, Simon y George Pelecanos montan una nueva bomba en los bajos corruptos del sistema estadounidense y lo enfrentan a sus debilidades, entre ellas la más clamorosa del racismo. Lo hace con una claridad tan desquiciante que no sorprende que existan policías como algunos de los presentados en la serie, ni que sean protegidos por jefes supuestamente honestos que se defienden ante políticos y periodistas con las cifras de detenciones de sus muchachos más descarriados.
Simon sabe, ya lo supo hacer en The Wire, localizar los traumas principales de la corrupción y sus demoledores efectos secundarios, entre los que sobresale la pérdida de confianza del ciudadano en la democracia al ver las contorsiones de sus cuatro poderes para protegerse entre ellos. Impresiona el monólogo inicial del sargento Wayne Jenkins (Jon Bernthal) sobre qué es y qué no es “brutalidad policial”, sintagma sobre el que gira el sistema nervioso del primer capítulo de la serie (son seis). Es ficción, sí, pero es Baltimore y son los hechos ocurridos en Baltimore hace sólo cinco años los que salen retratados en La ciudad es nuestra. Se desconoce si David Simón, 62 años hoy, sigue firmando aquello que dijo en El País Semanal en 2010 a la pregunta de si su trabajo ayuda a cambiar las cosas. “No me van las cruzadas. Sales al mundo, ves algo y lo cuentas. Pero es ficción y sé que hago trampa. Tu responsabilidad como periodista es informarte y añadir puntos de vista. En ficción no hay otro punto de vista. La gente me dice: ‘¡The Wire es superreal!’. Es un retrato de la América de hoy, pero es mi retrato. A lo sumo se podría considerar un editorial”.
Una cosa es cierta. The Wire, una denuncia afiladísima y detallada de la sociedad del poder en Baltimore que puede extrapolarse fácilmente a cualquier gran ciudad, fue un fenómeno global que visibilizó algo que no sólo no pudo cambiarse, sino que empeoró con los años. La ciudad es nuestra, la nueva serie de Simon, le da la razón. Los editoriales han perdido influencia.
...
Actualización a 17/05/2022: Ayer vi el primero. Bueno... tendrá que ir pillando ritmo.
Edit: Del creador de The Wire:
https://viviendoapesardelacrisis.blogspot.com/2015/05/baltimore-y-wire.html
Actualización a 18/05/2022: Y ayer el segundo. Vale, va de cómo los polis corruptos han terminado como han terminado.
Actualización a 25/05/2022: La cosa se va calentando en los 3, 4 y 5. A ver el último!
Actualización a 01/06/2022: Ayer terminé el último y acaba muy bien. Mola.
Edit: Vaya!
https://www.20minutos.es/cinemania/series/conexiones-la-ciudad-es-nuestra-the-wire-hbo-5008328/
El legado de 'The Wire': Las conexiones de 'La ciudad es nuestra' con la memorable serie de HBO
Enrique Abenia
NOTICIA
01.06.2022 - 07:00h
Cuando detrás de una serie o película figura un creador relevante, en la mirada del aficionado permanecen latentes los trabajos que le preceden. El foco se instala de forma natural y surgen las comparativas con lo anterior, en especial si la nueva producción se adscribe a la misma temática y comparte elementos. La ciudad es nuestra, miniserie ya completa en HBO Max, hace pensar mucho en la monumental The Wire por el tipo de historia y por la implicación de David Simon, en alianza con George Pelecanos. Dentro de las marcadas resonancias, ¿qué paralelismos, similitudes y conexiones se dan con el memorable referente?
La ciudad es nuestra, de seis episodios, entraña de partida recorrido por el regreso de David Simon a Baltimore, lo que trae de la mano el imaginario de las esquinas, las drogas, la violencia, la vigilancia, las redadas, la dinámica y la realidad policial, la burocracia, la política, la corrupción… Un cauce con múltiples vertientes que vuelve a aparecer, aunque con matices. Las calles por supuesto están presentes y la actividad en ellas resulta determinante en la narración, si bien se muestran menos porque aquí el factor de los traficantes y las bandas tiene menos peso. El protagonismo descriptivo se fija en el funcionamiento interno de la Policía con objeto de establecer un retrato de la corrupción (las prácticas de la Unidad de Rastreo de Armas).
No se trata de una secuela de The Wire, pero desde luego es una heredera espiritual en fondo y formas. Respecto a estas últimas, Reinaldo Marcus Green, director de El método Williams, emula con acierto el tono distintivo. La propuesta de HBO se caracteriza por ese ritmo detenido que atiende a múltiples detalles y por ese relato desarrollado a fuego lento y disfrutado de esa manera dentro de que a ratos, a diferencia de lo que ocurría con la obra maestra, asome lo denso. Una percepción que en todo caso convive con la solidez, la calidad y la sugerencia.
Simon y Pelecanos se basan en los hechos reales recogidos en el libro de Justin Fenton, periodista de The Baltimore Sun que reflejó las ilegalidades a las que se entregó y dedicó una unidad policial. La exposición plasma dos líneas temporales principales (otra variación si se compara con The Wire): la de 2017, el presente, y la de 2015, cuando al tirar del hilo de unos casos de sobredosis en otro condado se descubren ciertas conexiones turbias y acaba por abrirse una investigación federal en Baltimore.
La carga social
El discurso gira en torno a la corrupción señalada, aunque en virtud del perfil descriptivo exhaustivo de Simon la crítica, la denuncia y el retrato demoledor se extienden, con distintos grados e intenciones, por las vertientes, las ramificaciones y los ámbitos contemplados. Una concepción y una articulación muy The Wire. Este componente reviste por supuesto carga social. Si a lo largo de las cinco temporadas de The Wire esta se materializaba en la realidad de las calles y, por ejemplo, en los menores de edad ‘carne de cañón’, en La ciudad es nuestra el eje al respecto está en los abusos policiales, el racismo de fondo y la consiguiente desconfianza de la población.
La historia parte de precedentes como el fuerte malestar por la muerte de un ciudadano negro que había sido detenido, situación que genera un considerable repunte de la violencia y de la delincuencia con la paradoja de la dejación de funciones de no pocos policías al verse cuestionados. El contexto se conjuga con la subtrama centrada en los movimientos de la responsable de la Oficina de Derechos Civiles, que recaba información de uno de los agentes más conflictivos. La evocación de todo este cauce conecta con la coyuntura actual por los casos de brutalidad que han trascendido en los últimos años y con el espíritu Black Lives Matter.
The Wire se asocia a personajes icónicos y para el recuerdo como Omar, Stringer Bell, McNulty, Bunk, Lester, Bubbles, Cedric Daniels, Carcetti… La ciudad es nuestra, quizá en parte por su condición de miniserie, no cuenta con una figura con ese recorrido, lo que en absoluto supone que los personajes no revistan interés. El de mayor relieve, y enfocado a convertirse en el símbolo, es Wayne Jenkins, el líder de la Unidad de Rastreo de Armas.
La historia se estructura en torno a él dentro de que Simon, en consonancia con sus vertientes narrativas, apuesta de nuevo por el carácter coral. Constituye un bombón interpretativo para Jon Bernthal, con un estilo que se ajusta muy bien a este policía corrupto y chulo que sabe cómo sacar provecho (el dinero que se lleva en cada operativo), salir airoso (las ayudas que recibe para colocar pruebas en escenarios cuando se mete en problemas) y exhibir liderazgo y carisma por compromiso con la institución policial pero sobre todo por ego y conveniencia.
La última conexión con The Wire se encuentra en los miembros del reparto que repiten, no obstante en su mayoría en pequeñas apariciones y participaciones secundarias. Llama bastante la atención el cambio de registro de Jamie Hector, quien fuera Marlo Stanfield, ahora un inspector de homicidios. Él y Darrell Britt-Gibson son los únicos de los de antes cuyo nombre aparece en los créditos del opening. Delaney Williams, el sargento Landsman, aquí el nuevo comisario, ocupa el tercer lugar en lo que a la importancia de los viejos conocidos se refiere.
Actualización a 04/06/2022: A ver:
https://www.nytimes.com/2022/06/02/arts/television/the-wire-20th-anniversary.html
Actualización a 08/06/2022: PUTO Diario Vasco:
https://www.diariovasco.com/pantallas/series/critica-serie-david-simon-20220608205952-ntrc.html
Crítica de la serie 'La ciudad es nuestra': David Simon vuelve a Baltimore
Miniserie
-El creador de 'The Wire', una de las series más encumbradas en la historia del medio audiovisual, vuelve a retratar el horror de sus calles, donde el crimen está tan presente como el abuso policial
BORJA CRESPO
Miércoles, 8 junio 2022, 08:28
Terminada la miniserie de seis capítulos 'We Own This City' aka 'La ciudad es nuestra', estrenada periódicamente en HBO Max, a episodio por semana, podemos aseverar, como espectador crítico, que estamos ante una buena serie, bien escrita y facturada, que quizás no era del todo necesaria. Un sentimiento contradictorio, desde la objetividad, porque la esperada última propuesta con el sello de David Simon, en la cumbre tras crear 'The Wire', cuya sombra es alargada, es un notable esfuerzo técnico al servicio de una historia basada en hechos reales que pide el formato documental, además de algún buen recorte en el metraje. La estructura narrativa de la serie, con constantes saltos en el tiempo para describir los hechos con detalle, se antoja densa y compleja para el espectador medio, hasta el punto de que el propio desarrollo intermitente de los acontecimientos, con flashes continuos, se ve obligado a subrayar de manera constante dónde estamos, cayendo en lo repetitivo. El rompecabezas es audaz pero una vez conocido el relato en su conjunto, no le hubiera venido mal algo de tijera en el montaje, sobre todo cuando en la conclusión se tira de cartelas para dar la puntilla a los personajes principales y su destino en la vida real, dejando algunas vías abiertas. Cabalmente la sexta entrega es la más floja de la sesión. Tanta acumulación de información genera unas expectativas que no se terminan de cumplir: la realidad es la realidad y las licencias literarias no siempre encajan.
Simon va de la mano de su colega George Pelecanos, un dueto creativo que ha dado buenos frutos en la historia del formato -no se pierdan 'The Deuce'-. 'We Own This City', basada en el libro de Justin Fenton, está dirigida con buen pulso, la dirección de actores es excepcional, y se cuenta cada instante con fruición, pero puede llegar a cansar al enfatizar en exceso su mensaje. De hecho, la cadencia de visionado de un episodio a la semana le ha venido como anillo al dedo a este relato de corrupción policial desmedida que goza de unos diálogos excelsos. La ciudad de Baltimore, cuya tasa de criminalidad pulveriza récords, es -de nuevo- el escenario de la acción, que empieza a mediados de la pasada década. La muerte (real) en extrañas circunstancias de un joven negro, Freddie Gray, cuya médula espinal no soportó la custodia policial, sospechosamente, generó una oleada de disturbios en las calles. Para afrontar la «guerra», palabra que se emplea con insistencia en la serie, se dio carta blanca a una unidad especialidad en incautar armas y frenar la distribución de droga. Sus éxitos contra el narcotráfico iban ligados a un entramado criminal sin igual. El poder se puede ir de las manos y causar penurias a destajo.
Gánsteres de uniforme
'We Own This City' denuncia unos hechos lamentables, una crisis policial escandalosa cuyos responsables acabaron entre rejas pero dejaron un río de injusticias inconmensurable a su paso. Robaban dinero y drogas que posteriormente vendían a través de intermediarios, además de coaccionar a las víctimas de su tremebunda avaricia y aportar pruebas falsas. Simon vuelve a señalar la lucha de clases y el abuso de poder. Hace malabarismos en el guion para no dejarse nada en el tintero, pero no es fácil seguir el ritmo de la acción, cuyo montaje ha tenido que sufrir alguna crisis para que la audiencia no se pierda en un mar de situaciones inherentes a la investigación. Jon 'Punisher' Bernthal afronta el papel del gran villano de la función, encabezando al grupo de agentes acusados de abuso de la autoridad, robo y estafa. Elabora su rol con carisma y actitud, con momentos complicados emocionalmente, rodeado de un plantel de notables actores de reparto. Somos testigos de cómo el protagonista degenerado va pudriéndose por dentro y se cree lo que no es a medida que se siente más impune ante la ley y amasa fortuna con métodos incendiarios. Finalmente irrumpe la justicia poética, pero no siempre es así en la realidad que nos rodea.
El racismo, la extorsión y la brutalidad policial están al orden del día en una ciudad entre el bien y el mal cuyas calles arden (están en guerra). La narración fragmentada permite la descripción sucesiva de escenas de allanamiento, interrogatorios, pesquisas, escuchas y detenciones -generalmente ilegales- que se mueven en el tiempo al servicio de una historia que denuncia otro fatal atentado contra los derechos humanos. El uniforme como signo de poder o señal de amenaza, rara vez de auxilio. Las trampas de los tribunales y de las propias leyes. Las incongruencias penales y la doctrina del shock. Son muchos los temas a debatir que atraviesan 'We Own This City', cuyos créditos iniciales incluyen algunas imágenes de lo que aconteció realmente e inspiró esta diatriba visual contra el abuso policial (y político). La corrupción, ¿es una enfermedad curable?
'We Own This City' está disponible en HBO Max.
Para variar, vaya MIERDA de artículo. :P
Actualización a 30/08/2022: Estamos volviendo a verla (en castellano, por mis padres).
Actualización a 22/09/2022: Una serie parecida que me acaban de recomendar (Line of Duty):
https://www.filmaffinity.com/es/film661747.html
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